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Cómo hacer que las orquídeas vuelvan a florecer

Pol nos cuenta en un correo que “el verano pasado me regalaron una orquídea muy bonita con tres ramas de flores que me duraron hasta septiembre, pero una vez se cayeron me he quedado con lo que es la planta, que son esas tristes hojas carnosas, y no sé que hacer con ella. ¿Hay algún sistema para que vuelvan a florecer? Porque la verdad es que sin flores es una planta que más que lucir estorba”.

Siempre nos pasa lo mismo con las orquídeas cuando las compramos o nos las regalan: una vez se caen las flores, no vuelven a florecer y acaban en un rincón olvidadas hasta que se marchitan las hojas o hasta que nos cansamos y las tiramos. Por más que esperamos, rara vez vuelven a sacar flor pero lo que es la planta puede vivir años. ¿Son plantas de una sola floración o es que no les damos los cuidados adecuados?

La respuesta para Pol es que sí es posible que su orquídea pueda volver a florecer siempre que busque las condiciones y el momento adecuado. En general, las orquídeas son plantas de una floración por año, pero el género más frecuente en las casas, Phalaenopsis, comúnmente llamadas ‘orquídea de mariposa’, puede florecer más de una vez anualmente si siente las condiciones adecuadas.

Como las mismas no suelen darse de forma natural en nuestras casas, deberemos propiciarlas artificialmente. Como premisas principales, debemos tener en cuenta que por lo general, y salvo en casos muy concretos, las orquídeas no aceptan el sol directo. Tampoco exteriores donde la temperatura pueda bajar de 15ºC o subir por encima de los 30ºC. Tampoco ambientes demasiado secos.

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También es importante saber que de florecer de nuevo, lo normal es que lo hagan en primavera, tras el periodo de descanso invernal, por lo que si vemos que durante el invierno no aparecen las ramas florales, deberemos esperar. Ahora bien, lo habitual es que las orquídeas que nos regalan floridas en invierno vengan de invernaderos con condiciones artificiales, por lo que tras la caída su hoja en primavera, es posible que debamos esperar al siguiente ciclo para verlas florecer, es decir un año.

En todo caso, para aquellas orquídeas que actualmente tenemos sin flor en casa y queremos que vuelvan a florecer, deberemos tener las siguientes consideraciones.

1. Buscar un lugar con mucha claridad

La totalidad de las orquídeas aman los ambientes claros pero no con sol directo. Cuanta más luz ambiental, más posibilidad hay de que florezcan en el siguiente periodo activo, por lo que su lugar ideal en la casa será junto a una ventana. En climas atlánticos, con mucho sol filtrado entre nubes, podemos ponerlas en ventanas orientadas al sur durante el invierno.

En climas mediterráneos y continentales es mejor una ventana orientada al norte o noroeste, para que tenga claridad pero no sol directo. Por otro lado, el aumento de las horas de luz es uno de los factores que estimula la floración, por lo que es importante que la ventana en la que la coloquemos esté destapada o con una cortina traslúcida el máximo de tiempo posible. Este requerimiento de luz puede variar en otros géneros que no sean Phalaenopsis, pero en general la norma es mucha claridad y poca luz directa.

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2. Mantener la humedad del sustrato adecuada

Las orquídeas se venden con un sustrato de corteza de pino por la sencilla razón de que sus raíces requieren del máximo drenado y el mínimo encharcamiento. Son plantas de bosque tropical, muchas de ellas parásitas u oportunistas, que crecen encima de los árboles y viven de la humedad de las nieblas tras las lluvias. Requieren una alta humedad ambiental pero sin un sustrato mojado.

En consecuencia en invierno, especialmente si vivimos en un clima húmedo, las regaremos poco; si el clima es seco o tenemos una calefacción de aire caliente, lo haremos con más frecuencia, pero no más de una vez por semana. La norma para saber si requieren riego será respetar el sustrato y el contenedor transparente y con agujeros que suelen llevar, por lo que no es recomendable transplantarlas.

Miraremos el contenedor al trasluz y si se ve humedad y escarcha en el interior, no regaremos. Si en cambio se ve seco y totalmente trasparente, aplicaremos agua, siempre destilada. Hacia el final de invierno, las últimas semanas de marzo, aumentaremos el riego progresivamente hasta dos veces por semana o tres veces cada quince días, según veamos con el sistema de mirar el tiesto.

Por otro lado, en ambientes muy secos como los de la meseta conviene tener en casa un humidificador o bien fumigar las hojas a diario con un atomizador de agua. En ambientes mediterráneos y atlánticos, al contrario, evitaremos lugares húmedos en exceso, como los baños, y limitaremos los riegos. La humedad ideal para la mayoría de especies está entre el 40-70%.

3. Abonar adecuadamente

La floración de la orquídea requiere abono específico para estas plantas, que podremos encontrar en cualquier floristería. Sin él, la floración es improbable. Suele ser un líquido que añadiremos al agua de riego una vez por mes, o cuando nos indique el fabricante. Cuando llegue la primavera podemos abonar, en la dosis indicada, hasta dos veces al mes si la planta comienza a florecer.

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Las orquídeas que compramos de invernadero o nos regalan vienen ya sobradamente abonadas, pero a partir de unos meses después deberemos ser nosotros los que iniciemos el mantenimiento. Incluso si la flor nos aguanta más de un mes, al añadirle abono podemos retrasar la llegada del marchitamiento.

4. Dar un contraste de temperatura adecuado

Para florecer, las orquídeas necesitan un contraste óptimo de temperatura en las semanas anteriores a la llegada de la primavera. Este suele ser de unos 10ºC entre mínima nocturna y máxima diurna, siempre respetando el límite de 15ºC y 30ºC. Una manera de darle estas bajas temperaturas nocturnas sin bajar de los 15ºC es poner la planta durante las noches de marzo cerca de una ventana que dé al norte, o bien en el garaje o en una habitación que suela estar más fría que las demás porque no tenga calefacción, etc.

Después, por el día, se la devuelve a su lugar habitual para que coja calor y luz y de este modo le habremos dado el contraste térmico necesario para que junto con la luz, el abono y la humedad adecuada, tenga todos los factores para que la floración sea estimulada. Si ni por esas florece nuestra orquídea durante abril o mayo, no descartemos que tenga algún tipo de enfermedad.